¿En qué consiste el lamento militante sobre la desunión de la oposición?

¿En qué consiste el lamento militante sobre la desunión de la oposición?

La adicción a las pantallas y su complemento -la profusión del panelismo, protagonizada por figuras cuasi grotescas, que pretenden recorrer el mismo camino que llevó a la presidencia a la versión del Joker autóctona- suma caos y confusión a las secuelas de la derrota electoral, y sobre todo cultural, del movimiento nacional. La dispersión de opiniones y la falta de ejes aglutinantes en torno a un proyecto de país alternativo a la gestión de destrucción planificada que lleva adelante el círculo rojo que conduce a Milei, determinan las carácteristicas de la etapa, en la que la falta de reacción al ajuste salvaje coincide con los reclamos en todas direcciones de “ocupar la calle y de resistencia”.

Mal que nos pese, la cultura digital que atraviesa por igual al campo popular y a la derecha, resulta funcional a esta última, mientras que hace estragos imperceptibles en el primero, en el que la orfandad de organización genera actitudes voluntaristas de relativa o nula efectividad, tales como la continuidad y extensión de esas prácticas en las redes cazabobos, por parte de una militancia bombardeada bajo la línea de flotación por informaciones y mensajes de escasa trascendencia transformadora.

La muletilla o lugar común de descargar en las vacilantes -desde siempre- dirigencias (de la CGT, del PJ, de los sindicatos, de las instituciones) es una muestra de impotencia por un lado, pero por otro es la demostración de todas las tareas pendientes, en las que se descuidó la formación de cuadros, la democratización de la participación, la audacia de gestión, en los tiempos en que todo ello resultaba más fácil, precisamente cuando desde los ámbitos de gobierno se prescindió de los vasos comunicantes con la sociedad en aras de fomentar el loteo de áreas del estado entre agrupaciones.

La sucesión de imputaciones internas sin trascendencia, como el apuntar a las responsabilidades personales de ciertos dirigentes, así como a las calificaciones que enrarecen el clima general, pueden denotar la falta de iniciativas para superar a esas personalidades cuya vigencia oscila entre la mención mediática y la falta de instrumentos para validar nuevas conducciones. Respecto de lo primero está claro que más que señalar la defección de Gustavo o de Peppo, se trataría de exhibir propuestas para la provincia y el país que rompan el cerco de lo posible, y demuestren que hay otra forma de gestionar y de gobernar, que ni la derecha liberal, ni el pseudo peronismo de derecha, podrían imaginar.

Del mismo modo que muchas veces las acciones quedan condenadas a la invisibilización de los medios, ninguna respuesta popular puede adolecer de sus propios elementos comunicativos, pero tampoco debe desconocer que el sistema está preparado para absorber e inutilizar las reacciones voluntaristas. Una pregunta al respecto sería: ¿Porqué motivo la “Marcha multisectorial del Impenetrable”, ninguneada por los medios, también pasó desapercibida para los militantes?.

Sacrificios como ese, que involucran esfuerzo y compromiso por parte de organizaciones sociales y de la población, lejos de impactar en la imagen política de nuestro mediocre gobernador, terminan por reforzar la idea de que, más allá de las consignas, el sistema sale airoso de esas impugnaciones.

Cuesta creer que en la provincia no exista, por ejemplo, un sindicato docente que sea capaz de explicar, con propuestas y actividades de formación, una perspectiva abarcadora y académica del significado del desafío tecnológico para la educación, que ponga en cuestión tanto para alumnos como para docentes, la bajada de línea del ministerio de educación que parece importada de Silicon Valley.

Tampoco se trata de pedir peras al olmo, hay una dirigencia que deberá ser reemplazada por nuevas generaciones, porque si existen senadores opositores que pretenden hacer como si la vida institucional siguiera transitando por los carriles constitucionales, mientras desde el presidente hasta todos sus funcionarios exhiben la crueldad hacia sus compatriotas como único modelo, quiere decir que hay algo que está mal. Es el contrato electoral con los representantes el que cruje -como ocurrió en el 2001- cuando ellos discuten por el “juez Lijo”, sin siquiera mencionar que lo que necesita el Poder Judicial, desde la Corte Suprema para abajo, es una democratización absoluta, antes que su normalización aristocratizante.

No son las listas del 2025 las que certificarán la condición popular o burguesa del peronismo, ni siquiera la “lealtad” a una u otra figura, también es imprescindible resetear el discurso, las propuestas deberán propiciar acercamientos, la ebullición de los sectores populares es un hecho -la carestía, la incertidumbre, el desempleo, la falta de futuro, son algunos emergentes del estado de abatimiento generalizado-, es como una sopa que se consume en sí misma sin alimentar la rebeldía.

Tal como el radicalismo en los años 30, podemos transitar una nueva década infame con algunas denuncias en el parlamento y otros tantos escándalos en el poder, sin modificar las condiciones de entrega, de dependencia y de injusticia social, o asumimos que la tarea por delante, que no es fácil, es un llamado a pensar la transformación del país junto con la búsqueda de un humanismo transformador y revolucionario, como dice el Papa Francisco, “Necesitamos constituirnos en ciudadanos en el seno de un pueblo”.

Por último, recordemos este párrafo de Walter Benjamin -perseguido por los nazis- : “En cada época hay que esforzarse por arrancar de nuevo la tradición al conformismo que pretende avasallarla”.

 

Por el profesor Carlos “Cacho” Quirós.

Barranqueras - Municipio de todos

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